Por Eugenio TaverasLa unidad de policía Barrio Seguro perteneciente a El Ejido está practicando redadas sorpresas en los alrededores del Estadio Cibao de Santiago, pero la nueva modalidad que están utilizando es peligrosa y odiosa por demás.
El miércoles primero de junio de 2011, mientras mi vecino Fausto llevaba en su moto a su hijo menor a la escuela, una treinta de la tarde (1:00 p.m.), más o menos, el pare que le hizo un civil uniformado de gris, porque no portaba en su cabeza el casco protector, fue apuntándolo con su pistola de reglamento y con la advertencia: ¡¡párese ahí!!, ¡¡párese ahí... ¡¡a un lado, rápido!! y llevado preso delante de su hijo menor que, repito, iba a llevar a la escuela.
Estos agentes civiles con ropa gris, que nos hemos cansado de decir que no son militares y que ellos insisten en vociferar lo contrario, deben ser segregados de las filas, porque esos son los llamados gatillos alegres; policías que porque tienen puesto el uniforme que los diferencia de los demás, olvidan que también es hombre el detenido y que les encanta disparar cuando ven pasar por su frente una mosca en pleno vuelo, debido a que matar es la única opción que les queda en respuesta a su ineptitud de resolver los problemas como imponen y mandan las leyes, pues, les enseñaron que el arma solo es utilizada cuando su vida está en peligro.
A estos engreídos con sed de matar deben ser objeto de una profilaxis porque definitivamente los tiempos han cambiado y cuando la extorsión no les da resultado son capaces de cualquier cosa para completar la vida que llevan o desean llevar con el mísero sueldo que reciben del Estado.
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