23 July 2010

CONFUSIÓN SIN DISPAROS!

Por Eugenio Taveras

El reloj marcada las 11:45 AM de un domingo soleado, cuando vislumbré a lo lejos una camioneta blanca, doble cabina, que se desplazaba de norte a sur a paso de tortuga, con seis ojos vigilantes con la intención malsana de pescar en río revuelto y de buscar donde hay muy poco o casi nada.


Con la misma parsimonia pasaron por el lado de quien esto escribe y a unos treinta metros a mis espaldas el chofer detuvo la marcha, dio reversa y se estacionó justo donde estaba la figura de un hombre vestido con gorra negra, lentes oscuros, polocher a rayas, pantalón jean azul, justo detrás del play que está detrás del Estadio Cibao, casi frente a un famoso lugar donde venden bebidas alcohólicas, en los alrededores del sector Los Platanitos de Santiago de los Caballeros, República Dominicana.


Los amigos que leen esta resumida historia debo hacerles saber que Los Platanitos tienen fama de carpetosos en cuanto a las comadrejas relacionadas con la venta de estupefacientes y demás yerbas aromáticas, y donde los policías dan vueltas misteriosas en busca de “hacer presos” a los que delinquen en el lucrativo negocio de las drogas y del cual todos los actores sacan tajadas económicas correspondientes con el cargo que ostentan en la institución de marras.


El hombre, que era yo, no se inmutó y se acercó a la puerta del lado derecho, mientras el uniformado bajaba el vidrio, al tiempo de preguntarles que desean, y el chofer, con cargo mínimo de sargento, dijo: excúsanos fue que nos confundimos, a lo cual les dije: que bueno que primero investigaron y no dispararon para después investigar. Los felicito, así deben seguirlo haciendo, que bueno que están aprendiendo para evitar muertos inocentes.

Cuando le expresé que era periodista, me dijo que yo no parecía periodista, lo que aproveché para sacar mi cartera y enseñarles el carnet de acreditación, expresándoles que si ellos sabían frente a qué sector estaba parado y que si para ser periodista tenía que andar con saco y corbata.


El vehículo inició su retirada con la misma lentitud con que se detuvo, los tres con una sonrisa hipócrita y malsana en sus labios, tristes talvez, porque no pudieron pescar la mesada acostumbrada en estos menesteres de la profesión o porque no halaron los gatillos de sus armas para luego ir a depositar el cadáver al Hospital José María Cabral y Báez e iniciar una investigación que casi siempre termina con el porte ilegal de un arma inexistente, siete fichas en la policía y rebelión contra la uniformada.



Eugenio A. Taveras P.
Contador Público Autorizado - Asesor impositivo - Periodista - Facilitador certificado por INFOTEP

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