¿Qué hacer en medio de esta podredumbre?
Por Eugenio Taveras
El tiempo pasa y con él la gente. La gente se adapta al medio donde le ha tocado vivir en la forma que mejor le parezca y le venga en ganas.
La crianza que recibimos en aquellos años de niñez, adolescencia y de adultos de nuestros tutores será el norte que nos guiará por toda la existencia.
Lamentablemente, muchos de nosotros nos hacemos sordos, ciegos y mudos con el único objetivo de NO seguir las directrices que quisieron enseñarnos las personas con las cuales nos tocó compartir bajo un mismo techo los primeros años de nuestra vida.
Los deshonestos que andan por doquier, sencillamente rompieron el esquema recibido y adoptaron su propio formato.
La sociedad que nos ve crecer y luego nos ve actuar no escatima esfuerzos en aplaudirnos todas las payasadas que queramos desparramar por esos caminos de Dios, todas las buenas obras que hagamos y, también, aplaude, por qué no, los desatinos que cometamos.
La triste historia inicia cuando después de cometer todos los desmanes que se nos antoja, la sociedadd que nos vio crecer también comienza a pasarnos factura y con ella, ese ser invisible del cual todos hablamos y mayoría irrespetamos con alabanzas falsas y testimonios inventados.
Según he oído en el transcurrir de mis años de vida, ÉL, todo lo ve, todo lo oye y todo lo escribe.
El título que lleva el asunto no ha sido tocado directamente en todo lo antes dicho; sin embargo, "para un buen comprededor pocas palabras bastan".
La sociedad está saturada de que un grupúsculo de hombres y mujeres corrupto(as) vilipendien con los recursos que entran al erario de la nación y dispongan de él a su antojo sin recibir el más mínimo castigo, debido a que el contubernio entre ellos no da paso a que alguien se disponga a tirar la primera piedra y parar de una vez y por todas esta vagabundería que raya en lo insoportable.
Los medios de comunicación juegan un papel importante en la democracia de los pueblos, pero ella se encuentra en su nivel más bajo, debido a que un por ciento muy alto (el dicho popular coloca en un 95% los periodistas, comunicadores, seudos periodistas y comunicadores y todo el que está enganchado en un medio, aunque no sepa ni abrir la boca) los que de una forma u otra se han vendido al gobierno de turno y reciben prebendas con tal de callar todas las barbaridades que hacen los que aspiraron por un cargo para defender el manejo de la cosa pública y terminan echándose en sus bolsillos parte un pastel que no tiene final.
Si queremos que esta situación tome un giro contrario al que lleva, debemos comenzar una profilaxis desde las uñas de los dedos de los pies hasta la coronilla de la cabeza, pasando por todos los órganos, de todos los hombres que en un momento cualquiera les ha tocado manejar dineros pertenecientes a los impuestos y de otras fuentes que recibe el gobierno estatal, todas las secretarìas, todos los ayuntamientos y demás yerbas aromáticas.
Además, los encargados de dar la voz de alerta (medios de comunicación, todos) abandonar la sed de dinero y poder que se ha incrustado debajo de la piel de todos aquéllos que se desviaron del camino por el cual los guiaron aquellos hombres y aquellas mujeres que una vez los trajeron a respirar en el mundo de los vivos y que la sociedad reniega que tengan derecho a vivir en paz con los cuartos que nos corresponden a todos.
Por Eugenio Taveras
El tiempo pasa y con él la gente. La gente se adapta al medio donde le ha tocado vivir en la forma que mejor le parezca y le venga en ganas.
La crianza que recibimos en aquellos años de niñez, adolescencia y de adultos de nuestros tutores será el norte que nos guiará por toda la existencia.
Lamentablemente, muchos de nosotros nos hacemos sordos, ciegos y mudos con el único objetivo de NO seguir las directrices que quisieron enseñarnos las personas con las cuales nos tocó compartir bajo un mismo techo los primeros años de nuestra vida.
Los deshonestos que andan por doquier, sencillamente rompieron el esquema recibido y adoptaron su propio formato.
La sociedad que nos ve crecer y luego nos ve actuar no escatima esfuerzos en aplaudirnos todas las payasadas que queramos desparramar por esos caminos de Dios, todas las buenas obras que hagamos y, también, aplaude, por qué no, los desatinos que cometamos.
La triste historia inicia cuando después de cometer todos los desmanes que se nos antoja, la sociedadd que nos vio crecer también comienza a pasarnos factura y con ella, ese ser invisible del cual todos hablamos y mayoría irrespetamos con alabanzas falsas y testimonios inventados.
Según he oído en el transcurrir de mis años de vida, ÉL, todo lo ve, todo lo oye y todo lo escribe.
El título que lleva el asunto no ha sido tocado directamente en todo lo antes dicho; sin embargo, "para un buen comprededor pocas palabras bastan".
La sociedad está saturada de que un grupúsculo de hombres y mujeres corrupto(as) vilipendien con los recursos que entran al erario de la nación y dispongan de él a su antojo sin recibir el más mínimo castigo, debido a que el contubernio entre ellos no da paso a que alguien se disponga a tirar la primera piedra y parar de una vez y por todas esta vagabundería que raya en lo insoportable.
Los medios de comunicación juegan un papel importante en la democracia de los pueblos, pero ella se encuentra en su nivel más bajo, debido a que un por ciento muy alto (el dicho popular coloca en un 95% los periodistas, comunicadores, seudos periodistas y comunicadores y todo el que está enganchado en un medio, aunque no sepa ni abrir la boca) los que de una forma u otra se han vendido al gobierno de turno y reciben prebendas con tal de callar todas las barbaridades que hacen los que aspiraron por un cargo para defender el manejo de la cosa pública y terminan echándose en sus bolsillos parte un pastel que no tiene final.
Si queremos que esta situación tome un giro contrario al que lleva, debemos comenzar una profilaxis desde las uñas de los dedos de los pies hasta la coronilla de la cabeza, pasando por todos los órganos, de todos los hombres que en un momento cualquiera les ha tocado manejar dineros pertenecientes a los impuestos y de otras fuentes que recibe el gobierno estatal, todas las secretarìas, todos los ayuntamientos y demás yerbas aromáticas.
Además, los encargados de dar la voz de alerta (medios de comunicación, todos) abandonar la sed de dinero y poder que se ha incrustado debajo de la piel de todos aquéllos que se desviaron del camino por el cual los guiaron aquellos hombres y aquellas mujeres que una vez los trajeron a respirar en el mundo de los vivos y que la sociedad reniega que tengan derecho a vivir en paz con los cuartos que nos corresponden a todos.
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