13 April 2009

El triste Williams
Por Grisbel Medina R.
Del Senado se marchó una persona muy triste, llorando con jipio. Es negro arrallano de San Pedro de Macorís. A fuerza de mucho estudiar se graduó de odontólogo y hoy la vida medio le sonríe, pues goza de tanto éxito económico y profesional que tiene que sortear pacientes entre ocho clínicas de su propiedad y una senaduría ganada "voto a voto".

A pesar de todo esto, el Senador sigue afligido, apesadumbrado. Camina cabizbajo, con labios resecos a pesar de los sorbos de Gatorade. Llegar al opulento edificio del Senado le costó cantidad de dolores, nudos de chivas y mucho trabajo. Obvio, le reconforta saber que llegó, se juramentó y cobra cientos de miles en la curul una vez merodeada por El Mago (Domingo Daniel Minaya) ٕimplicado en el asesinato del Senador Darío Gómez.

Antes de graduarse de Senador, Alejandro Williams, se untó el melao de caña y aprendió el pasito guloya que junto a la bandera morada fue su relicario en la lucha por ganarle a los sangreazules, como él tilda sus contrarios de la Sultana del Este. El camino ha sido largo, los logros considerables, pero no alcanzan a tapizar la congoja y melancolía del Senador.

Es orgullosamente petromacorisano como mi hermano Johnny Matias. Es el Senador serie 23 que por vivir entre Norteamérica y República Dominicana, se compara con Alex Rodríguez, Shakira y Michael Jackson, celebridades del deporte y la música que al igual que él poseen casas en distintas naciones.

Williams se siente difamado. Y, encima burlado. Todavía le duele la frescura del loco viejo que le preguntó en el Congreso si era el chofer del Senador. “Usted no ha vivido eso Alicia”, le confesó a la dama de El Informe el lunes pasado.

Los intrincados de personalidad son complicados y lastimosos. El complejo de super o inferioridad causan ronchas, dañan. Ambos extremos son graves y ofensivos. Conglomerados humanos históricamente sometidos, desarrollaron animadversión natural por quienes apretaron el grillete esclavista. Otros no han sufrido pero alimentaron en si mismos la inferioridad social que ante el chin de poder conquistado, avasallan todo a su paso.

Del Senado se marchó un ser triste y no ha regresado. Es el Senador arrallano que al sentirse discriminado, difamado, atentado, pagó la firma de ”investigadores” que “visitaron” las periodistas para averiguar ¿de dónde salió el rumor? de que él y sólo él está o estaba siendo investigado por fraude al Medicaid de Estados Unidos. "Y la difamación no puede quedar impune", ha dicho ante los ojos del mundo.
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